Aldea de Tulor, Milenario Sitio Arqueológico Atacameño

La ancestral Aldea de Tulor, ubicada a 6km. de San Pedro de Atacama, es la primera experiencia en Chile de traspaso y manejo de un bien patrimonial cultural a una comunidad indígena: Coyo. Este proceso ha dado buenos resultados, razón por la que se le otorgó el Premio a la Conservación de los Monumentos Nacionales a la Comunidad Atacameña de Coyo durante el año 2002.
Ubicado a 6 Km. al suroeste del pueblo de San Pedro de Atacama, II Región de Antofagasta-Chile entre la emblemática Cordillera de la Sal y las dunas de arena que evidencian la progresiva desecación de este entorno, se localiza un antiquísimo conjunto habitacional descubierto en 1958 por el Sacerdote Jesuita Gustavo Le Paige, en un área arqueológica aún inexplorada desde el punto de vista científico.
Hoy la Aldea de Tulor y los sitios arqueológicos que la componen, son testigos de los efectos acumulativos de los cambios climáticos desarrollados durante dos mil años. El avance de la duna de arena -a ritmo silencioso, pero no menos efectivo- conjugado con los efectos de la lluvia y el viento, sumados a los causados por la presencia humana, han sido los factores responsables del actual estado de conservación del sitio.
Hasta hace pocos años las visitas a Tulor no eran reguladas, lo que desencadenó el reiterado saqueo y recolección de materiales culturales por parte de los visitantes.
Ante este panorama, durante el año 1998 la Corporación Nacional Forestal (CONAF), el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) y la Comunidad Indígena de Coyo suscribieron un convenio tendiente a implementar un plan de manejo y puesta en valor, ejecutando las medidas básicas de conservación del sitio Aldea de Tulor y traspasando la administración a la organización indígena que desde esa época a la fecha cautela y administra este importante patrimonio cultural, que no sólo es herencia de sus más cercanos habitantes sino que de la humanidad en su conjunto.
Tulor, Viaje al pasado
La Aldea de Tulor, ubicada entre el sector homónimo y el Ayllu de Coyo, está compuesta por una serie de estructuras circulares interconectadas entre sí y que poseían diversos usos y funciones de acuerdo a las actividades cotidianas que se desarrollaba en su interior. Esta aldea corresponde a uno de los sitios arqueológicos sedentarios más antiguos del Norte de Chile, cuya arquitectura comparte muchas similitudes con las culturas precolombinas de los Andes Centro-Sur: Bolivia (Wankarani), Valles Occidentales (Guatacondo) y Noroeste Argentino (Alamito).
El intenso comercio e intercambio de productos llevado a cabo por los habitantes de Tulor se ve claramente en los desechos arqueológicos observables hoy en día: gran cantidad de cuentas hechas en conchas del pacífico, plumas de aves tropicales, cerámicas intrusivas (estilo Vaquerias) y otros bienes culturales reflejan el alto grado de movilidad articulado por estas poblaciones y su importante rol de intermediadores entre las culturas del sector (Área Centro-Sur Andina). En este sentido, sin lugar a dudas, este importante sitio, debió haberse constituído durante el inicio de la era cristiana en un importante puerto de tráfico e intercambio de bienes que a través del Caravaneo de Llamas permitía integrar un amplio territorio, hoy enclavado en medio de los parajes más hostiles de este lado del planeta: Desierto de Atacama y Puna.
Sin embargo, uno de los procesos sociales mejor documentados en este sitio guarda relación con la consolidación de un nuevo modo de vida más productor que depredador de los recursos naturales del entorno. Esto se complementaba con la arraigada tradición de pastoreo que durante milenios acompañó a los atacameños, con innovadoras experiencias agrícolas. Las aguas del río San Pedro, en esa época desaguaban naturalmente en las inmediaciones del sitio, permitiendo el desarrollo del sedentarismo y fenómenos socio-culturales que estuvieron tales como la estratificación del grupo social. Los materiales arqueológicos recuperados, dan cuenta del significativo intercambio cultural, y se expresadas en diversos soportes materiales como la arcilla, la madera, el hueso, el cuero y los textiles. No obstante, las condiciones medioambientales de la zona, caracterizadas por el desarrollo de eventos precipitacionales estivales a los que se suman la acción del viento y otros agentes naturales, han imposibilitado la conservación de la mayoría de estos artefactos, ya que sólo quedan escasos fragmentos, a partir de los cuales los arqueólogos elaboran sus hipótesis y explicaciones sobre lo que sucedió en el pasado.
La fertilidad
La cerámica presente en el sitio, se vincula a prácticas cotidianas de preparación de alimentos y transporte de líquidos, destacando principalmente los tipos grises pulidos gruesos o alisados. También se encuentran fragmentos de los clásicos ejemplares definidos como negro pulidos y que permiten conjeturar la ocupación del sitio hasta el siglo V d.C. momento en el cual irrumpen los rasgos culturales del Estado de Tiwanaku, que aún no han sido detectados en Tulor.
La Aldea de Tulor se emplaza en una vasta área arqueológica integrada por importantes sitios que proporcionan claras evidencias culturales de contacto entre los diversos grupos que habitaban el área centro-sur andina en el pasado. Uno de ellos es Tulor Algarrobo distante a sólo 150 mts. del asentamiento habitacional que, excavado por el Padre Gustavo Le Paige, proporcionó gran cantidad de artefactos culturales, entre los que destacan dos figurillas antropomorfas policromas, adscritas a la Cultura Condorhuasi del Noroeste Argentino, que presentando una clara morfología femenina, podrían atestiguar la participación de estas comunidades en un mismo patrón de pensamiento simbólico e ideológico vinculado al tema de la fertilidad y de la procreación, donde indudablemente la mujer fue uno de los ejes articuladores de este orden cuyo rol aún no ha sido suficientemente analizado.
Respetar a los ancestros
Algunas recomendaciones para visitar el sitio: Use sombrero y bloqueador, llevar agua o líquidos, escuche y obedezca las indicaciones del guía. Lo más importante es no recoger materiales arqueológicos, ya que es un delito penado por la Ley 17.288. Transite solo por los lugares señalados, no bote basuras en el sitio, sea respetuoso con los habitantes del sector.

Ulises Cárdenas

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